La lectura del libro de Isaías nos transmite la imagen de un Dios que se presenta como «esposo» y que expresa el gran amor que tiene con su pueblo, al que considera como su esposa, a la que ya no llamarán «abandonada», «devastada»; sino a quien llamarán «mi favorita», «desposada». Es la imagen de un Dios amor que ama entrañablemente a su pueblo: «la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo».
El papa Francisco en el Ángelus del 20 de enero de 2019, sobre la base de este Evangelio, nos dejaba las claves para la vida de todo cristiano:
Relación de amor. «No es casual que al comienzo de la vida pública de Jesús haya una ceremonia de boda, porque en él Dios se ha casado con la humanidad». «Jesús se manifiesta como el novio del pueblo de Dios, anunciado por los profetas, y nos revela la profundidad de la relación que nos une a él: es una nueva Alianza de amor».
La alegría del banquete. «Al convertir en vino el agua de la tinaja utilizada "para la purificación ritual de los judíos", Jesús hace un signo elocuente: transforma la Ley de Moisés en el Evangelio, portador de alegría».
La actitud de María debe ser nuestra actitud de Iglesia, confiada, pero activa. Supone el milagro, pero también supone nuestra acción. Las palabras que María dirige a los sirvientes vienen a coronar el cuadro conyugal de Caná: «Hagan lo que él les diga».
El vino nuevo de la gracia. «Has guardado el vino mejor hasta ahora»: Francisco animó a todos a que cuando «el vino personal se nos termine», busquemos a María. Ella nos llevará a Jesús. Él nos dará la alegría del vino nuevo, de la vida nueva.
La misión de todo cristiano. Aparece aquí el mandato misionero a los servidores del Señor, o sea, a toda la Iglesia, se le confía la nueva misión: «Hagan lo que Él les diga». Servir al Señor significa escuchar y practicar su palabra. Es la recomendación simple y esencial de la Madre de Jesús; es el programa de vida del cristiano.
P. Marco Antonio Acosta