Lucas, en el evangelio de hoy, nos invita a volver a la sinagoga de Nazaret y nos presenta la misión del Mesías, ungido por el Espíritu, para dar a los pobres la Buena Noticia de que Dios quería un mundo de personas libres para vivir todos una vida digna… Jesús afirma ser él quien Yahvé había llamado para esta misión. 

Para los de Nazaret, gente de periferia, el texto de Isaías, era motivo de esperanza de que las cosas pudieran cambiar... Pero el hecho de que Jesús afirmara ser él quien Yahvé había escogido para esta misión, no respondía a sus expectativas. No les parecía posible que uno de ellos con quien habían compartido por tantos años trabajo, alegrías, penas, sueños… pudiera ser el enviado por Dios para esta misión. Para cambiar las cosas Dios tenía que enviar a alguien importante, con poder… 

Jesús hace suyo el refrán: «nadie es profeta en su tierra». Su postura es clara: el Padre le pide ser profeta, ayudar a los pobres e inconformes a hacer propio el sueño de Dios. Pero recuerda a los profetas Elías y Eliseo que ejercieron su misión con gente que no eran del pueblo de Israel. 

Para Jesús ser profeta es una opción de servicio, pero el no ser aceptado como tal por los suyos, lo motiva a «alejarse» de su tierra, a seguir su camino para anunciar a otros la Buena Noticia del Reino. Él rompe los esquemas de las expectativas de un Mesías extraordinario. Con él, Dios quiere cambiar este mundo no desde el poder, sino desde la cotidianidad, la insignificancia, la marginación… desde la periferia. 

Seguimos viviendo momentos de búsqueda de lo nuevo que Dios tiene preparado. ¿En quiénes ponemos nuestra confianza?, ¿en quiénes vislumbramos la presencia de Dios? 

El riesgo es esperar de los políticos de turno que con sus propuestas no nos acercan a un mundo más solidario, como lo quiere Dios, sino, todo lo contrario, a un mundo escandalosamente más injusto y excluyente. 

Nuestro desafío es aceptar el reto de vislumbrar en el mundo de los pobres y de los jóvenes, que no se dejan embaucar por la cultura egoísta del mundo en que vivimos, los rasgos de novedad que Dios quiere proponer desde ellos.

P. Luis Ricchiardi, sdb

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