El Señor es nuestro Pastor,  en verdes praderas nos hace descansar

En este domingo, el Evangelio nos muestra el regreso de los apóstoles luego de su misión, quienes van a contarle al Señor todo lo que han hecho, pero Él les tiene una sorpresa, quiere estar a solas con ellos, quiere que descansen junto a Él. Esta también es una enseñanza, donde les dice, no solamente que deben ir a predicar, como les había pedido en el Evangelio de la semana pasada, sino también deben ir a descansar, pero no de cualquier manera, sino con Él.

El descanso del que habla el Señor consiste en un «retirarse» del mundo y estar junto a Él. Experimentamos cansancio de muchas maneras: físico, psicológico y, el más desgastante, el espiritual. Los apóstoles han trabajado duro y a pesar de que les queda mucho por hacer, el descanso es muy importante en su vida. El cuerpo humano necesita un tiempo para dormir, la mente lo necesita para ordenar sus pensamientos, soltar las cosas y dejar de creer que «todo» depende solo de nosotros y el alma necesita orar, saber que es amada y así descansar con confianza y libertad. El descanso es la acción por la cual confiamos nuestra realidad en manos de Dios, aquella que cuidamos con todas nuestras fuerzas, la que hemos recibido y por la que daríamos nuestra vida. El descanso es el respiro que nos ayuda a recobrar el aliento y poder volver a «cuidar» lo que Dios nos ha encomendado. En este sentido, la primera lectura nos muestra el clamor contra aquellos pastores que han rechazado, dispersado y que no han sabido cuidar de las ovejas, pero al mismo tiempo está la promesa de darle al pueblo pastores que lo apacienten. Es por esto por lo que el verdadero pastor es Jesús, quien da la vida por sus ovejas y jamás deja de cuidarlas.

Todo lo que tenemos es susceptible de cansarse, de fallar, de caer o de terminarse. Si solo dependiera de nosotros y de nuestras fuerzas, hace mucho tiempo que todo eso se hubiera destruido. Por esta razón el descanso al que el Señor nos invita en este día, es realmente un acto de humildad y confianza, saber que hemos dado todo de nosotros y que Él hará el resto. En el Evangelio, el Señor sigue atendiendo a la gente, tiene compasión de ellos, les enseña y los cuida. Esto es imposible con las solas fuerzas humanas, vemos que solo la presencia de Jesús hace posible que los esfuerzos humanos no sean en vano.

El pueblo necesita de Dios, no se separa de Él, lo busca, lo rodea y lo escucha. Pero, solo si saben a dónde ha ido, si alguien los lleva con Él, si la enseñanza es para encontrarlo. Que nos comprometamos a reponer nuestras fuerzas en Jesús y así podamos servirle mejor.

 Luis Miguel Aldaz

DESCARGA HOJA LUZ DEL DOMINGO 18 DE JULIO 2021

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