«Dejándolo todo lo siguieron»

El Evangelio de hoy nos indica cómo Jesús inicia su actividad pública cuando Juan el Bautista es arrestado. El mensaje con que inicia es el mismo con el que finaliza su vida pública: «Se ha cumplido el tiempo, el Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio» (Mc 1, 15). Una constante y urgente petición de conversión por la proximidad del Reino de Dios.

En la primera lectura, Dios se dirige a los ninivitas mediante el profeta Jonás, anunciando la destrucción de Nínive ante la corrupción de sus habitantes. Aquí vemos, por un lado, la justicia de Dios, y por otro, su misericordia en aquellos que supieron escuchar el anuncio de conversión. En este sentido, ¿por qué Dios decide anunciar la destrucción de la ciudad en 40 días, en lugar de proceder con ella directamente? Se trata de la paciencia en el corazón de Dios, que nos brinda la oportunidad de corregir nuestros caminos, de cambiar nuestras vidas, antes de perdernos y que sea tarde.

San Pablo, en su carta a los corintios, nos dice que: «el tiempo es corto». Nuevamente el tiempo, que no nos pertenece, se está acabando y no nos damos cuenta. Nuestras oportunidades de arrepentirnos se pierden en lo pasajero de este mundo y dejamos de vivir con la consciencia de que este tiempo no es más que un peregrinar, en el que nuestros ojos deben estar fijos en el Señor y nuestro corazón, atento a lo que es importante, el Reino de Dios.

En el Evangelio, Jesús pasa a la acción de su mensaje y empieza su llamado, la vocación de los cuatro primeros discípulos junto al lago de Genesaret. Cambiará sus vidas para siempre, ellos entran en comunión con su maestro, comparten su misión, y anuncian también que el tiempo es corto y que el Reino de Dios está cerca. El llamado implica que los discípulos lo seguirán hasta la cruz y perderán la vida por su Maestro.

Ante la llamada a Simón y Andrés, estos dejan las redes «inmediatamente» y después Santiago y Juan se separan de su padre para unirse al Señor Jesús. Esta es la respuesta que exige su llamada: la conversión y el arrepentimiento significan seguir a Jesús sin perder el tiempo, sin distracciones.

El decir que «sí» a su llamada, a su anuncio y mensaje, es el camino de conversión de todos los cristianos. Aunque ellos han sido llamados y elegidos, eso no los hace totalmente fieles; incluso después de esta elección, los discípulos se han equivocado, lo han traicionado, negado y abandonado, sin embargo, tuvieron la decisión de levantarse y volver a decirle «sí». De esta forma, también nosotros debemos renovar nuestro «sí», día con día, a pesar de nuestras debilidades, recordando que la conversión es parte de una decisión diaria, de una respuesta al llamado de Dios, que cada día se consolida y se hace definitiva.

P. Luis Miguel Aldaz 

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