Continuamos con la presentación del proyecto: “Misión Jóvenes y Vocaciones”. En esta oportunidad compartimos la primera parte de la pedagogía que se empleará durante estos dos años.
- Contemplar (ver): Es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. (MV.2) La mirada del Padre y la de su Hijo Jesús, son netamente una mirada de amor hacia las personas y la creación.
- Discernir (juzgar): El discernimiento es un “arte” porque es el ejercicio de la inteligencia espiritual con el que aprendemos a ver la realidad con una mirada contemplativa y a no hacer juicios apresurados, descubriendo en nuestras vidas las huellas de la presencia de Dios, y esto se logra únicamente a la luz de la Palabra de Dios.
- Proponer y acompañar (Actuar): Dios ha manifestado perdón, amor, misericordia y salvación. Esto nos lleva a concretar una acción para poder recibir los frutos del designio de Dios para la humanidad: en el fondo no es otra cosa sino la conversión, la cual se da en la misma realidad donde se vive, se sirve y la que ha sido “revisada e iluminada”. Es una respuesta desde la fe y el Evangelio, hecha realidad a través de obras de caridad concretas.
Mons. Bolívar Piedra
MENSAJE DEL PASTOR
Misión jóvenes y vocaciones: “acoger,
escuchar y acompañar a los jóvenes”.
“Cristo vive, esperanza nuestra, Él es la más hermosa
juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se
vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Él vive
y nos quiere vivos” (Christus vivit, 1).
En octubre, mes de las Misiones y del Santo Rosario,
iniciamos el tiempo dedicado a los jóvenes y
vocaciones, según nuestro Plan Pastoral
arquidiocesano.
Si nos dejamos mover por el Espíritu
y optamos por una verdadera conversión pastoral,
buscando caminos de creatividad, estos dos años
serán de trabajo intenso y fecundo, siguiendo el
camino iniciado por la comisión de Pastoral Familiar
que entrega la posta a los jóvenes. No se puede
hablar de la familia ignorando a los jóvenes, ni tratar
del trabajo pastoral con jóvenes sin comprometerlos
con el seno familiar.
En estos dos años queremos invitar a nuestros
jóvenes a descubrir la misión a la que Dios les llama.
Con nuestra ayuda deben mirar el momento presente
con esperanza porque Dios siempre va delante y sale
al encuentro.
Pero la invitación no va dirigida solo a
los jóvenes, sino a todo el Pueblo de Dios que
peregrina en el Azuay, llamado a ser joven. Ser joven
no es una cuestión de edad, sino de “un estado del
corazón que obliga a la permanente renovación para
poder amar” (Papa Francisco). El corazón que ama
siempre es joven, sueña, está lleno de proyectos.
Mons. Marcos Pérez