Desde la publicación de la encíclica Laudato Si ha surgido fuerte oposición de grupos e instituciones más vinculados al orden mundial vigente. Sin embargo, también despertó un impulso ético para promover solidaridades de muchas y variadas expresiones para impulsar la conversión ecológica. 

Sirva esta mención para introducir la apreciación de lo dificultoso que puede resultar la asunción de la conversión ecológica y la ecología integral puesto que se trata de transformar las mentalidades. Una tarea impostergable para toda la humanidad es el cambiar el estilo de vida que tiene más de 200 años de vigencia para lo cual requieren pequeños gestos y grandes transformaciones para trastocar las relaciones antagónicas con toda la creación -de la que somos partey con Dios. 

A la par con esta conversión ecológica, se deben replantear las relaciones sociales, políticas, económicas, e incluso las relaciones interpersonales y las relaciones con Dios para los no creyentes sus relaciones con lo Sagrado, lo que a su vez supone un replanteamiento de la antropología, que, de algún modo, ha logrado posicionarse para preguntarnos ¿qué tipo de persona es el necesario para que podamos “laudatosificar” la vida cotidiana? 

Mons. Bolívar Piedra

MENSAJE DEL PASTOR
HOMBRE Y MUJER: UNIDOS CON LA BENDICIÓN DE DIOS

En la liturgia de Pentecostés, preparada por los Movimientos Apostólicos de Cuenca, muchas parejas renovaron sus promesas matrimoniales, como signo de amor y confianza plena en el Señor que los unió para siempre. La oración que recitaron expresa lo que un hombre y una mujer deben pedirle al Señor, y también todo lo que ellos se comprometen a realizar para crecer en el amor conyugal. 

Ante tantas cosas negativas que en nuestro tiempo se dicen sobre el matrimonio, debemos recordar lo que se afirmaba en aquella oración: El matrimonio es entrega mutua: “Padre de misericordia, que podamos donarnos el uno al otro como signo del amor que Tú nos tienes, para que con la fuerza de este amor podamos asumir la misión que has querido depositar en la familia y el matrimonio”. Dios fortalece la vida matrimonial: “Damos gracias a Dios, porque en Él hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial: las virtudes de la caridad, de la fidelidad. También damos gracias porque en Él hemos encontrado la sabiduría y la fuerza para hacer frente a los peligros que nos traen estos tiempos en que las dos grandes inculturas, la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. 

No todo es perfecto en el matrimonio: “Pedimos perdón al Señor por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento”. Siempre dispuestos a hacer la voluntad de Dios: “Que sepamos hoy escuchar los designios de Dios, y respondamos, con generosidad y prontitud a su voluntad. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida”. Que con la gracia de Dios no nos falten la generosidad, la paciencia, el buen humor, la educación, el orden, la sinceridad y el respeto, para hacer la vida más grata a quienes nos rodean.

Mons. Marcos Pérez

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