En la encíclica Laudato Si se introduce la mirada sobre la conectividad de las personas, animales, ecosistemas…, esto es algo revolucionario. Por eso, la pandemia del coronavirus se presenta como un grito de la naturaleza... Y es que el futuro de las próximas generaciones pasa por la preocupación ecológica, que lleva a tomar las medidas necesarias, como se ha hecho con el COVID-19

El coronavirus es un síntoma de esta crisis ecológica integral que estamos viviendo, un planeta enfermo. En una provincia como la del Azuay, con graves problemas en el cuidado de la CASA COMÚN, por proyectos de mega explotación desenfrenada, el uso irresponsable y el abuso de los bienes de la tierra, como propietarios y dominadores autorizados, la comunidad eclesial, sus pastores, vida consagrada, laicos y pueblo de Dios que camina en esta provincia, desde el reconocimiento del clamor de la madre tierra y de los seres que la habitan, mirando y escuchando las causas humanas que lo desencadenan y desde la llamada a preservar la vida del planeta, en un equilibrio ecológico que solo la justicia puede restablecer, asumió en el Plan de pastoral arquidiocesano, como cuarta opción pastoral: La ecología integral, que halla su concreción, en promover una visión integral de la ecología, la respuesta de un nuevo estilo de vida frente al cambio climático y la cultura del descarte y la integración de las diferentes cosmovisiones desde el Evangelio de la creación.

Mons. Bolívar Piedra

MENSAJE DEL PASTOR
LA FAMILIA ES LA IGLESIA DOMÉSTICA

En la renovación de promesas matrimoniales los esposos repiten: “Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico en donde se viva en oración, comunión, comunicación y generosidad. Que el amor de Dios reine en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que cooperemos de esta forma con construcción de una nueva civilización en la que se viva la alegría del amor y la paz”. Nos unimos a tantas familias, golpeadas por el dolor y la pobreza, que con estos mismos sentimientos se acercan todos los días a Dios y se ponen en sus manos, pidiéndole crecer en las virtudes humanas y cristianas que hacen posible la convivencia familiar, la amistad, el trabajo y el diálogo sincero. Las familias tienen hoy la misión de mostrar al mundo la belleza de la paternidad y la maternidad, y a promover la cultura de la vida, que consiste en acoger a los hijos con amor para educarlos como cristianos y buenos ciudadanos. Los hijos no esperan de sus padres grandezas temporales, que fácilmente se acaban, solo les piden que se amen y vivan su compromiso matrimonial.

Mons. Marcos Pérez 

Artículo Anterior Artículo Siguiente