Laudato si, un mensaje actual y oportuno

Al momento de la publicación de LAUDATO SÍ, había un ambiente geopolítico previo a la cumbre de París, por lo que el Papa Francisco decide lanzar su célebre encíclica muy vinculada con uno de los ejes del Magisterio social de la Iglesia: EL DESARROLLO. El 24 de mayo de 2015, no parece una elección adrede, si tomamos en cuenta que el Papa Francisco ha mostrado habilidad particular para ser estratégico en sus alocuciones y publicación de documentos. 

De “LAUDATO SI” se ha dicho y escrito tanto de lo que ha sido y será para el mundo y para la Iglesia, que no llegamos a entender cómo, en tan pocos capítulos, se alcanza a mostrar tanta sabiduría. Solo la componen una bella y sabia introducción y seis capítulos (no llegan a 200 páginas), pero toda la encíclica rezume una carga de dolor y esperanza que ha cuestionado a todo el mundo: gobiernos y científicos, teólogos y pastoralistas, profesores y alumnos… 

Es una carta que cautiva y seduce en cada párrafo que uno lee. La recepción fue inmediata, resonando más allá de los límites de la Iglesia y en las afueras de ésta, y poco a poco empieza a ser recibida (leída y estudiada) en las diócesis y parroquias.

Mons. Bolívar Piedra

VOZ DEL PASTOR
EL CORPUS CHRISTI: ADORACIÓN Y UNIÓN

En la fiesta del Corpus Christi se unen la solemnidad litúrgica y la piedad popular, todos los gestos y signos están dirigidos al Amor de los Amores. Damos gracias al Señor por quedarse entre nosotros, nos alegramos porque lo tenemos tan cerca, se hace presente en el altar, se queda en el sagrario, camina con su pueblo, es nuestro alimento. 

Donde está Cristo debe hacerse presente nuestra adoración y amor. Esta veneración a Jesús se expresa de muchas maneras: bendiciones, oraciones, cantos, genuflexiones, procesiones. Con tantos gestos expresamos que el mundo tiene necesidad de Dios, de su amor verdadero que acoge a todos sin discriminar a nadie. La celebración de la Misa y el culto eucarístico fuera de ella, nos llaman no solo a la adoración sino también a la unidad con Jesucristo y entre nosotros. 

Al comulgar recordamos que la comunidad que celebra es también cuerpo de Cristo, la Eucaristía es signo de la unidad eclesial, es el alimento del pueblo peregrino. La Eucaristía nos llama a la unión, al amor fraterno y a vivir como una verdadera familia. 

En esta fiesta del Corpus Christi, contemplando a Jesús expuesto en la custodia, debemos preguntarnos si vivimos en nuestras comunidades la unidad, si nuestras misas son verdaderos encuentros con Jesús y los hermanos o un simple cumplimiento de ritos, costumbres, compromisos sociales, espacios para lucir nuestras modas o una predicación impactante. Que la celebración anual de la fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor nos comprometa a adorar a Dios con el corazón y a trabajar por la unidad entre todos.

Mons. Marcos Pérez

Artículo Anterior Artículo Siguiente