Hoja luz del domingo - Una exigencia: Equidad


Estamos ante una pandemia inédita en la humanidad que se ha instalado con una velocidad vertiginosa en el planeta. Es inédita por su instalación y simultaneidad en el mundo, es una muestra dolorosa de que hoy la salud es global y nadie puede escaparse. Tiene consecuencias prácticamente en todos los ámbitos de la vida diaria y colectiva. 

Al ocurrir simultáneamente en el planeta, podemos observar cómo los gobiernos han reaccionado inicialmente, y se van alineando progresivamente tomando en serio el drama. Hay incertidumbre, pues necesitamos tratamiento y vacuna. Los confinamientos, los distanciamientos, no son fáciles de sostener: pensemos en los confinados por discapacidad, los ancianos, niños, trabajadores informales, quienes viven en la pobreza, en la cárcel. Ellos saben lo que se siente. Si pensamos que esta pandemia afecta el funcionamiento de la economía y todos sus componentes, debemos esperar que las soluciones y los rescates sean equitativos y no acentúen la desigualdad y la inequidad que sufren los más pobres y excluidos.

Mons. Bolívar Piedra

VOZ DEL PASTOR 
UNA IGLESIA MISIONERA

En este tiempo de crisis debido a la pandemia de COVID 19, nuestra misión continuó, aun con los templos a puertas cerradas, porque el corazón de cada cristiano estuvo abierto a la acción del Espíritu Santo y a las necesidades espirituales y materiales de muchos hermanos. La misión, explica el Papa Francisco, no es el resultado de la aplicación de sistemas y lógicas mundanas de militancia o competencia técnico-profesional, sino que nace de la alegría desbordante que nos dona el Señor y que es fruto del Espíritu Santo. Es una gracia, es la alegría que nadie puede darse solo. 

Con esta gracia podemos ser testigos de Cristo y de su Espíritu en un mundo lleno de sufrimiento. En estos duros momentos recordamos, una vez más, que la proclamación del Evangelio y la confesión de la fe cristiana no son proselitismo político, cultural, psicológico o religioso. La Iglesia crece en el mundo por atracción y si seguimos a Jesús, felices de sentirnos atraídos por Él, otros lo notarán. 

La misión no es trabajo elitista, para ser abordada y dirigida a través de programas de escritorio mediante la aplicación de estrategias, que obtienen una conciencia a través del razonamiento, recordatorios, militancia, entrenamiento; los bautizados no son una masa inerte a la que movilizamos según nuestros gustos ideológicos. Al pueblo lo mueve el amor de Dios. El Espíritu Santo ha despertado en su pueblo la acción evangelizadora, así muchas iniciativas laicales han surgido o se han robustecido en este tiempo (Cf. Mensaje del Papa a OMP, 2020).

Mons. Marcos Pérez


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