Hoy el Evangelio nos habla de la parábola del sembrador, presentando asà a Jesús como el sembrador que con su testimonio ianza ¡a ser lia a todos nosotros; dependiendo asà de cada uno, como tiene preparado su terreno (su vida) para recibir esta semilla que nos hace comprender el Reino de los cielos.
En la primera lectura, el profeta IsaÃas hace mención de la Palabra de Dios anunciada por los profetas, y que la misma palabra tiene que hacer fermento y fecundar en la vida de quienes la reciben. Recordando que la Palabra de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
En la segunda lectura, Pablo manifiesta la necesidad de vivir con cadencia la ParusÃa (segunda venida de Cristo) viviendo acorde al Evangelio, ofreciendo nuestras cruces diarias y abrazando la Cruz. Muchas veces podemos desesperarnos sobre el final de los tiempos, viviendo en angustia e incertidumbre, pero no debemos caer en la tentación de la desesperación, sino confiar en la Gloria de la vida eterna, allá donde se nos ofrece la única y verdadera paz al estar cara a cara con Dios.
En el Evangelio de hoy, Jesús se muestra como el sembrador. Se presenta cuatro caracterÃsticas de los lugares donde cae la semilla y sus consecuencias.
- La semilla que cae junto al camino fue pisoteada y las aves se la comieron. Estas son las personas que escuchan la Palabra, pero no la asimilan, ni la reciben, son duros de corazón, no perdonan y se resisten al EspÃritu Santo. El demonio arrebata la Palabra de su corazón para que no crean ni se salven.
- La semilla que cae sobre terreno pedregoso, crece y se seca porque no tiene humedad. Son quienes reciben con alegrÃa la Palabra, pero creen por poco tiempo y tan pronto vienen los problemas o tentaciones, abandonan el Evangelio. Aquà encontramos a los resentidos que ven problemas en la Iglesia y salen de ella.
- La semilla que cae en medio de espinas, al crecer con ellas la ahogan. Las espinas actualmente son las preocupaciones, las riquezas, el libertinaje, el placer; aquà se encuentran aquellos que oyen, creen y entienden la Palabra, pero que al mismo tiempo permiten que otras actitudes negativas crezcan en su corazón; de esta manera, no dan fruto y su corazón no es recto.
- La semilla que cae en tierra fértil, crece y produce cosecha el ciento por uno. Este es el creyente que oye, entiende, retiene y da mucho fruto con su testimonio de vida; para llegar a dar mucho fruto, el creyente debe ser recto, bueno y misericordioso, por lo tanto, el cristiano debe examinarse todos los dÃas para evitar que su corazón se contamine.
P. Livingstone Olivares Rosado